El impacto de la minería ilegal en las escarpadas montañas de La Merced, al norte de la capital ecuatoriana, ha dejado su huella en el paisaje, que antes era verde y ahora es predominantemente de color terracota. La fiebre del oro atrajo a unas 15 mil personas hasta el lugar desde finales de 2017, incluyendo a venezolanos, peruanos, dominicanos y personas de todo tipo.
Según los locales, el trabajo era duro pero valía la pena, ya que podían llegar a ganar hasta 150 dólares por día. Las minas, incluyendo familias con niños, picaban el material rocoso que arrojaba hasta 40 gramos de oro por tonelada. Sin embargo, la presencia de mafias de todo tipo y la cantidad de dinero que circulaba hizo que la actividad se comparara con la del narcotráfico.
La situación en esa zona aurífera obligó a la incursión de 2400 policías y militares en el mayor operativo contra la minería ilegal para desalojar a varias miles de personas. Las minas ilegales quedaron desoladas y bajo custodia. Sin embargo, el desalojo no fue el fin de la minería en la zona.
Al mismo tiempo, Ecuador inauguró la producción de metales a gran escala con la meta de que en los próximos 5 ó 7 años la minería sea el pilar económico del país en vez del petróleo. El país recibirá inversiones por 2 mil 252 millones de dólares hasta 2021, para cuando aspira que el aporte de la minería en el PIB crezca del 16 por ciento en 2018 al 4 por ciento. Este proyecto no es visto con buenos ojos por algunos sectores de la población de indígenas que defienden las fuentes de agua y rechazan la contaminación de los ecosistemas.
Es importante que el gobierno tome en cuenta los efectos negativos de la minería ilegal y trabaje en la regulación y control de la actividad minera. También se deben considerar las voces de las comunidades locales y los grupos de defensa del medio ambiente en la toma de decisiones sobre la producción de metales a gran escala en el país. La minería puede ser una fuente importante de ingresos, pero no a expensas de la salud de las personas y el medio ambiente.
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